Menú 4

El número 11

Para entender que la McTele reproduce las condiciones laborales del s XVIII y XIX, ayuda leer una novela actual que podría haber escrito Charles Dickens si hubiese tenido una noche de literatura loca con Agatha Christie. Conviene completar esa novela con una película que adopta el estilo de los selfies para narrar la historia de un pijo al que lo desahucian y se enrolla con una novia de Podemos. Incita a pensar qué usos podríamos dar a la cámara del móvil, qué otros personajes y situaciones podríamos narrar si dejásemos de autoretratarnos o lo hiciésemos con algo más de gracia, intención e inteligencia.

El número 11 es una novela de Jonathan Coe que, al hilo de la amistad entre dos chicas, encadena varios cuentos. En conjunto abordan el empobrecimiento de la clase media británica. Componen una obra de suspense y terror, tensa y espeluznante, atravesada por las redes y los realities. El capítulo 2, “La reaparición”, contiene las 60 páginas más salvajes jamás escritas contra la McTele. Quienes lean todo el libro descubrirán que Snapchat puede cargarse una amistad. Y que se recupera hablando a la cara. Sabrán también que lo único digno de la telebasura es la humanidad que pervive en sus protagonistas, por muy envilecidos que los presenten. La novela puede leerse como una sátira sobre el desmantelamiento de los servicios públicos, la incomunicación digital y la función opiácea de la televisión. Un asesor que ayuda a evadir impuestos a los megarricos le suelta a una de las protagonistas (que es un poco pe- rroflauta): “¿La gente está preparándose para levantar barricadas y desempolvar las guillotinas? No lo creo. Ofréceles suficientes platos precocinados y noches frente al televisor viendo cómo humillan a algunos famosos en la selva y ni siquiera van a querer levantarse del sofá.”

Selfie

Selfie es una comedia española de 2017 que saca partido de la escasez de presupuesto y ofrece una crónica desenfadada de estilos de vida enfrentados. Muestra la realidad sociopolítica en clave de humor, pero también las relaciones afectivas y el mundo laboral de los jóvenes. Es el autorretrato de un idiota y también un falso documental nada tendencioso. Ofrece ironía y crítica por igual, nos pasea por La Moraleja y Lavapiés, utiliza mítines de campaña electoral como localizaciones de escenas de amor y desamor. Le da la vuelta a los estereotipos exagerándolos a tope, estirándolos hasta que pierden la forma y se puede reconocer algo de la verdad que escondían.

El director, Víctor García León, además enseña la ventaja que supone ser consciente de las limitaciones económicas y técnicas para ajustar el proyecto a un presupuesto, ya de por sí ajustado. Selfie hace de la necesidad virtud y sirve de estímulo para pensar proyectos alrededor del selfie, mucho más modestos pero, a lo mejor, más interesantes. Anima a emplear la cámara del móvil para reflexionar sobre las vidas que llevamos, para registrar no solo los subidones vitales sino también los bajonazos, para reírnos de nosotros y descubrir las contradicciones que nos alimentan... en fin, para dejar de hacer el idiota y aprovechar la clarividencia que podrían aportar los selfies.