Recetario

Plato 9 – Sal a la calle, enciende la pantalla, toma la plaza

Contra el confinamiento digital: sal a la calle, para encontrarnos; enciende la pantalla, para amplificar los encuentros físicos; y toma la plaza (otra vez), para (de)liberar nuestro futuro, que será común o no será. Traemos una novela gráfica cuyo título es una declaración de intenciones: Tu Futuro Empieza Aquí.

Nos dijeron “¡a la puta calle!”, y aquí estamos.

Apaga la tele y enciende la calle.

La llaman crisis, pero es estafa.

No falta dinero: sobran ladrones.

Los mercados gobiernan. Yo no los voté.

Ellos toman decisiones por nosotros, sin nosotros.

Se alquila esclavo económico.

Estoy buscando mis derechos. ¿Alguien los ha visto?

Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir.

(Eduardo Galeano)

Con estas palabras el escritor uruguayo sintetiza en su libro Los hijos de los días (2012) cómo los jóvenes españoles, indignados por la precariedad y la falta de futuro, tomaron las plazas el 15 de mayo del año 2011. Su indignación fue contagiosa, traspasando las fronteras generacionales y nacionales. El panorama actual llevaría a pensar que fueron derrotados. Pero las derrotas pasadas alimentan las victorias futuras. Casi una década más tarde, nuevos activistas revitalizan las luchas sociales (en clave ecologista, feminista, antirracista y trabajadora) con el aprendizaje quincemayista. De igual modo, el 15M no se entiende sin el “Pásalo” (2004), el altermundialismo (1999) o los zapatistas (1994). Ni éstos sin Mayo del 68. Y así sucesivamente…

Pero la sociedad que construyamos no puede alimentarse únicamente del pasado, tiene que mirar a un futuro que pareció cancelado por el “No hay alternativa” de Thatcher. Por eso, invocamos a Galeano… No concebimos un futuro sin pantallas, pero nos servirán y serán nuestras. Es la propuesta de la novela gráfica Tu Futuro Empieza Aquí. Está realizada en colaboración por Isaac Rosa y Mikko. Rosa, el autor del guion, es escritor y columnista. Mikko, nombre artístico del ilustrador Miguel Echevarría, realiza los dibujos. Con ellos, proponemos construir relatos alternativos en los somos soberanos de nuestro comportamiento digital: mandando sobre los algoritmos. Esto implica reprogramar los códigos audiovisuales e informáticos más populares. Esta obra, tratando la precariedad laboral y, en concreto, la juvenil, convierte la McTele y las plataformas digitales en herramientas de conciencia y acción colectivas para el bien común.

La crisis de la clase media

A través de los diferentes personajes, Tu Futuro Empieza Aquí dibuja un completo panorama de la sociedad española en clave generacional y socioeconómica. Muestra jóvenes y mayores, desempleados y trabajadores, su grado de politización o implicación social, y su relación con la tecnología digital. La familia que retrata representa la crisis de la clase media. Los progenitores cumplen roles tradicionales: el padre, provee los recursos; la madre, los cuidados. De los tres hijos, Marcos es el mayor y el orgullo de sus padres. Fue un buen estudiante, obtuvo un trabajo y vive con su pareja. Jorge, el mediano, ocupa el polo opuesto, no acabó de estudiar e intenta ganarse la vida con todo tipo de trabajos precarios que no le permiten emanciparse. Y Lola, la menor, se encuentra, a ojos de sus padres, en un momento crítico para decidir si seguirá el camino de Marcos o el de Jorge.

Viñeta de “Tu Futuro Empieza Aquí”.

Jorge y Lola protagonizan la obra, atravesada por la pregunta de cómo ha terminado Jorge así y por qué Lola corre el mismo riesgo. Él representa a un nini. Utilizado en sentido peyorativo, el término culpa a los jóvenes de no esforzarse estudiando y de “fracasar” por no incorporarse al mercado laboral. Se considera nini a quien no ha podido seguir el ritmo impuesto, cada vez más acelerado, sin importar sus condiciones de partida y contexto. Por tanto, vivimos en una meritocracia trucada: ignora las diferencias de recursos o las facetas no productivas del ser humano. Le reducen a un engranaje de una maquinaria de producción permanente.

Quienes no cumplen las exigencias del sistema educativo ni laboral quedan aislados. O confinados, como le ocurre a Jorge, que pasa los días solo en su cuarto, mirando el Facebook de sus amigos, viendo series y jugando al póker online. Sin alternativas al estudio y al trabajo, el tiempo “libre” se identifica con ocio (forzoso) y este con matar el tiempo. Las plataformas de entretenimiento online aíslan de dos modos: incitan un consumo individual e ininterrumpido; y reducen las actividades presenciales. El juego online (que no los videojuegos) monetariza el premio y lo hace depender del engaño al adversario. Promueve los valores de la economía financiera que, sin escrúpulos ni reglas, recibe el nombre de “capitalismo de casino”.

Las reglas del juego

El padre explica a Lola “cómo funcionaban antes las cosas”. Si estudiabas, encontrabas un trabajo que permitía formar una familia. Con esfuerzo se alcanzaba el “ascensor social”. Porque, dice el padre, “antes las cosas estaban más o menos claras” en un “juego en el que todos conocíamos las reglas”. Y remata diciendo: “ahora han cambiado las reglas. Ya no jugáis al mismo juego. En realidad, no sé ni qué juego es ahora”. Nos lo jugamos todo, todo el tiempo y en beneficio de la banca, por eso dicta y cambia las reglas a (su) placer. ¿Cómo y por qué han cambiado las reglas?

Viñeta de “Tu Futuro Empieza Aquí”.

El modelo del Estado de Bienestar tocó techo en la década de los 70. El informe Los límites del crecimiento (1972) mostró que la búsqueda del crecimiento infinito está llevando al planeta a sus límites. A partir de los 80, de la mano de Thatcher y Reagan (inspiraciones de B. Johnson y Trump, respectivamente) comenzó la desregulación, una lucha encarnizada por los recursos que quedan para asegurar una posición dominante ante el inminente “fin del mundo”.

La competencia se convirtió en dogma. Eliminando regulaciones, las multinacionales se llevaron las fábricas a otros lugares donde los derechos laborales, y humanos, eran, y siguen siendo, casi inexistentes. Ahorrando en mano de obra y recursos humanos, los beneficios empresariales suben exponencialmente. A este proceso se le llama deslocalización. Y sí, dos ejemplos locales y actuales son las fábricas de Nissan, en Cataluña, y Alcoa, en Galicia.

Con estas ganancias, los países “desarrollados” potenciaron la economía financiera. Más allá de dinero, no produce riqueza material o bienestar real. Pero tiene la importante función de acumular y encauzar las inversiones futuras. En una economía financiarizada y en manos de unos cuantos potentados, el dinero da más dinero a quien más tiene. No promueve la justicia social ni distribuye la riqueza. Y se acumula intercambiando información privilegiada entre una plutocracia (del griego clásico, “gobierno de los ricos”) que no cesa de acaparar poder… e información.

La economía financiera se desarrolló en paralelo a Internet, originariamente un invento militar estadounidense para la Guerra Fría contra la URSS, y después reprogramado por investigadores y científicos para que sirviese a la libre circulación de conocimiento. Las corporaciones vieron en el ciberespacio un lugar “natural” para automatizar los mercados “libres” mediante algoritmos que determinan el flujo de capitales. Precisos, rápidos y eficaces (al menos, más que los humanos), los superordenadores utilizados en la Bolsa deciden en micro-segundos con qué moneda o economía nacional especular. Entregaron a los algoritmos la “autoregulación”, ajena a cualquier decisión o intervención democrática.

Llegados a esta fase, sobran los contratos estables y los salarios fijos. Cambian tanto como los términos de uso de las redes o los inciertos beneficios de un trabajo digital. Las empresas no están obligadas a establecer un calendario y ritmo de trabajo. Los algoritmos los fijan según las necesidades empresariales. Si a esto le llamamos “economía colaborativa” prestigiaremos la fragmentación, la temporalidad, la vulnerabilidad y el control de los trabajadores.

#NiNiInfiltrado

Marcos, el hermano mayor, cuenta sus condiciones laborales mientras cenan en familia. Protesta por las horas extras que le obligan a trabajar. Pero “no se puede quejar”, porque “cuántos no querrían estar en su lugar”. Alude a la rotación y el escaso tiempo que pasa con los mismos compañeros. Sufren una estrategia empresarial que evita que los trabajadores se conozcan y empaticen. Si se solidarizasen con una causa común, acabarían reclamando mejores condiciones.

Lola y Jorge se apoyan mutuamente, como dos buenos hermanos. Incentivado por la madre, él ayuda a Lola con los estudios, aunque la profesora acaba siendo ella. Respecto a Lola, la falta de expectativas desmiente el consejo de “estudia para encontrar trabajo” y no rinde en clase. Aunque esto no le impide transmitir confianza su hermano y sacarlo de su aislamiento/confinamiento. No tirar la toalla y afrontar la situación con los medios (también tecnológicos y de comunicación) a su alcance les permite ver un horizonte común, más allá de su situación personal.

En esta historia quien ayuda a Jorge no es el hermano mayor (Big Brother), si no la hermana menor (Little Sister). Los dos acabarán protagonizando una movilización que se le ocurre a Lola, mientras ve la tele cenando con los padres. Se trata del reality show “El Jefe Infiltrado”. El padre califica el programa de vergonzoso y humillante para los trabajadores. Está pensado para crear desconfianza entre los compañeros y miedo-gratitud hacia el patrón.

Lola sugiere a Jorge que, si no encuentra trabajo, “se ponga a trabajar sin esperar a que le llamen”. La respuesta inmediata de Jorge resulta conocida: “¿me hago emprendedor?”. Representa al precario que se cree empresario de sí mismo. Condensa el mito del individuo forzado a competir por/contra sí mismo para ganarse la vida. Lola, en cambio, propone a Jorge que se meta a trabajar en algún sitio, aunque no le paguen, sin avisar a nadie para demostrar lo que vale; y así, a lo mejor, le contratan.

La propuesta de Lola es ingenua, ella aún cree que apreciarán el trabajo de su hermano y Jorge se lo toma a broma. Pero al día siguiente acude a una obra y trabaja sin que nadie perciba que no es un obrero. La acción se vuelve a repetir con idéntico resultado repartiendo pizzas y vendiendo videojuegos en unos grandes almacenes. En el centro comercial demuestra los conocimientos acumulados en sus horas como gamer, pero aún así sigue sin trabajo.

Las acciones individuales y privadas de Jorge se proyectan al espacio público gracias a que Sonia, una joven periodista que trabaja en los almacenes donde se infiltró Jorge, y que contará su historia. Colaboradora en un medio digital y conectada a las redes del 15M, Sonia representa el periodismo comprometido, que ha encontrado un espacio de producción y difusión en el entorno digital, aunque también precario. Su acción se presenta como síntoma de un problema grave y generalizado: el paro juvenil. La cobertura mediática obliga a posicionarse a las empresas, los sindicatos y los movimientos sociales. Y lo que era un asunto personal se transforma en una cuestión social que demanda una respuesta colectiva y, por tanto, política.

Las estrategias digitales no suelen triunfar sin un reflejo mediático fuera de la Red; sobre todo, en la televisión. Tras el compromiso personal y el trabajo periodístico, llega la viralización. El humor, chistes y memes que circulan por las redes, sumados al “efecto imitación” de otros jóvenes que se animan a hacer lo mismo darán lugar al movimiento #NiniInfiltrado, que cobra vida digital con este hashtag. Pero no olvidemos que el protagonismo siempre es humano, no tecnológico.

Igual que la televisión popular, se trata de utilizar las plataformas digitales con fines para los que no están programadas. La reprogramación no debe entenderse el fin último, sino un primer paso para poner las tecnologías digitales a nuestro servicio; partiendo de lo que tenemos y con realismo.

La reprogramación no se limita a las tecnologías digitales. Tu futuro empieza aquí proporciona una idea precisa de lo que exige. Nos reprogramamos cambiando de código en un doble sentido. Primero, alteramos el lenguaje común; después, las reglas del juego comunicativo y social. Todo esto es previo e importa más que los dispositivos y las herramientas que usamos. Así, “nini” pasa de significar “ni estudia ni trabaja” a “ni nos dejan estudiar ni nos dejan trabajar”. Y los ninis indignados reinventan “El Jefe infiltrado”. Convierten un programa que exaltaba el sistema económico en otro que lo denuncia.

Viñeta de “Tu Futuro Empieza Aquí”.

Nos han convertido en nodos insignificantes, individuales y aislados en una gran red global de empleo precario. Pero con esos mismos nodos podemos tejer una red alternativa, de apoyo mutuo y solidaridad. Una vez más, esa red es ante todo física, con momentos de clímax (siempre pasajeros) como la gran concentración en la Plaza de Sol con la que culmina la historia. La fuerza colectiva podrá ser propulsada por las redes, pero no surgirá por sí misma en el entorno digital. La unión de los cuerpos en un mismo espacio convierte la “inteligencia colectiva” en “acción colectiva” que provoca cambios, no solo clicks. Así, la acción de Jorge ideada por Lola, movilizada por la sociedad, intenta reiniciar el futuro.


Aunque hemos “destripado” la novela, animamos a su lectura. Aquí apenas hemos destacado algunos momentos que nos parecen claves para la Dietética Digital que proponemos. Queda destacar que esta historia se da en verano, cuando Lola está preparando sus exámenes de recuperación. Para la última entrega de esta propuesta, y en consonancia también con esta época del año, tenemos preparado un banquete final. Una “guerra de verano” muy animada, propicia para jugar y festejar en familia (en sentido amplio, como la hermandad que reivindican los mejores y más comprometidos raperos). Porque la revolución es fraterna y divertida o no será 😉

Para comentar esta propuesta y/o las anteriores, podéis contactarnos en:

info@dieteticadigital.net

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